Washington DC
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Armenia y Azerbaiyán suscribieron el viernes en la Casa Blanca un acuerdo de paz auspiciado por Estados Unidos que busca cerrar décadas de enfrentamientos. Este pacto incluye la reapertura de rutas de transporte y habilita un corredor que conectará Azerbaiyán con la región de Najicheván a través del territorio armenio, con derechos de desarrollo en manos estadounidenses. La Casa Blanca bautizó esta iniciativa como “Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacional”.

El presidente estadounidense afirmó que tal denominación era “un gran honor”, pero señaló que no la solicitó; según un alto funcionario, la propuesta del nombre surgió de la parte armenia. Además, Ereván y Bakú firmaron con Washington acuerdos para ampliar la cooperación en energía, tecnología y economía, sin divulgar mayores detalles. Tras la ceremonia, los presidentes Ilham Aliyev y Nikol Pashinyan sellaron el acercamiento con un simbólico apretón de manos.

Las reacciones internacionales no tardaron en llegar. El secretario de Exteriores británico, David Lammy, felicitó a ambas partes y destacó el papel de mediación de Washington. Por su parte, desde la Unión Europea, Ursula von der Leyen y António Costa pidieron aplicar lo pactado sin demora para avanzar hacia la normalización de las relaciones entre ambas naciones.

Entretanto, el gobierno de Irán, vecino de ambos países y acérrimo rival de Estados Unidos, advirtió contra injerencias externas y reiteró su histórica oposición al corredor de tránsito previsto, pese a saludar el fin de la confrontación.

Armenia y Azerbaiyán arrastran casi cuatro décadas de disputas por la región de Nagorno‑Karabaj, una zona habitada mayormente por armenios en la era soviética pero ubicada dentro de Azerbaiyán, con episodios bélicos que dejaron decenas de miles de muertos. En 2023, mediante una rápida operación militar, Bakú retomó el control total.

Cabe destacar que la “Ruta Trump” atravesará unos 32 kilómetros de territorio armenio, y facilitará el vínculo de Azerbaiyán con Turquía y, por extensión, con el resto de Europa.

El pacto tiene también una lectura geopolítica, ya que supone un revés para la influencia de Rusia en el Cáucaso Sur, mermada desde el inicio de la guerra de Ucrania en 2022. Durante años, Moscú buscó sin mayor éxito fungir como mediador entre ambas partes en conflicto.

El interés de Washington en el Cáucaso se intensificó a comienzos de este año, cuando el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, se reunió con Ilham Aliyev en Bakú para perfilar un “reinicio regional”. Las conversaciones sobre quién desarrollará la Ruta Trump (que prevé la construcción de ferrocarriles, oleoductos, gasoductos y líneas de fibra óptica) empezarían la próxima semana, con al menos nueve promotores interesados, según Estados Unidos, quien ostentará los derechos de desarrollo del corredor por 99 años.