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La alerta de tsunami en el Pacífico debido a la gran erupción volcánica submarina ocurrida este sábado en Tonga ha comenzado a disminuir.

La alerta de tsunami en el Pacífico debido a la gran erupción volcánica submarina ocurrida este sábado en Tonga ha comenzado a disminuir, pero la gigantesca nube de ceniza que cubre a la pequeña nación insular ha impedido que los vuelos de vigilancia evalúen el alcance de los daños causados ​​por las olas, que se cree que arrasaron ciudades completas.

A través de videos publicados en redes sociales, se ha podido evidenciar que cientos de personas corrían haca terrenos más altos a medida que las olas, de aproximadamente un metro de altura, avanzaban tierra adentro, bajo un cielo oscurecido por las cenizas.

No obstante, hasta este domingo, no se han informado heridos o fallecidos, aunque las comunicaciones son limitadas.

Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda, dijo en una conferencia de prensa el domingo que la situación en Tonga era crítica, y que únicamente se tenía conocimiento del estatus de la capital, Nuku’alofa.

“Nuku’alofa está cubierta por gruesas capas de ceniza volcánica, pero aparte de eso, las condiciones son estables”, aseguró Ardern. “Ahora bien, todavía no tenemos noticias sobre otras regiones situadas en la costa”, añadió.

La mandataria también afirmó que el principal cable de comunicaciones submarino del pequeño archipiélago ha sufrido daños, aunque ya se estaba restaurando la energía eléctrica en algunas áreas y los teléfonos móviles locales comenzaban a funcionar progresivamente.

Las olas del maremoto causaron daños a barcos en lugares tan lejanos como Nueva Zelanda, Indonesia, California o Perú, donde se registraron dos fallecidos.

Se emitieron alertas para la mayoría de las zonas con costas en el Pacífico, desde Alaska o Japón, hasta Chile. El Servicio Geológico de Estados Unidos estimó que la erupción causó el equivalente a un terremoto de magnitud 5,8. Asimismo, los expertos aseguraron que los tsunamis generados por volcanes en lugar de terremotos eran relativamente raros.

El volcán, de 1.800 metros de altura y 20 kilómetros de ancho, se encuentra a 65 kilómetros al norte de Nuku’alofa, la capital. Según los científicos, la erupción fue una de las más violentas jamás registradas, mientras que la nube de gas, humo y cenizas producidos por la erupción alcanzó hasta 20 kilómetros de altura.

El ruido generado por el fenómeno se pudo escuchar en lugares tan alejados como Nueva Zelanda (a 2.300 kilómetros de distancia) o la costa canadiense y Alaska (a unos 10.000 kilómetros), donde varias personas atestiguaron escuchar un fuerte bramido proveniente del cielo por un espacio de alrededor de una hora.