Novak Djokovic
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A sus 38 años, Novak Djokovic sigue siendo la referencia que desafía el paso del tiempo en el tenis masculino. Mientras algunas leyendas de tiempos recientes como el suizo Roger Federer y/o el español Rafael Nadal han cerrado capítulos brillantes, Djokovic todavía compite con la nueva generación —Carlos Alcaraz, Jannik Sinner, Taylor Fritz y otros— y mantiene una presencia dominante en los Grand Slams que inspira respeto y fascinación. Su secreto, lejos de ser un truco milagroso, es una combinación de disciplina, ajustes inteligentes y un enfoque global del término “bienestar”.

 

En este sentido, el serbio atribuye gran parte de su energía y resistencia a un régimen nutricional estricto: sin gluten, sin lácteos y sin azúcares refinados. No lo presenta como una receta universal, sino como la pieza central de un estilo de vida que él ha adaptado a sus necesidades. Para Djokovic, la alimentación es importante, pero solo una parte de un plan más amplio que incluye sueño, hidratación, manejo del estrés y gestión emocional. “Todo está conectado: cuerpo, mente y espíritu”, dice, destacando que es esta tríada la que realmente sostiene una carrera tan extensa y productiva.

La transición no fue instantánea. Creció rodeado de la cocina de los restaurantes italianos de su familia, donde el gluten era omnipresente. No obstante, el diagnóstico de una intolerancia cambió su perspectiva: al retirar gluten, lácteos y azúcares refinados de su dieta, notó mejoras rápidas y notables en su energía y en su rendimiento. Djokovic reconoce que puede permitirse indulgencias ocasionales, pero prefiere mantener la dieta sin gluten la mayor parte del tiempo para preservar sus niveles de bienestar.

Los beneficios fueron más allá de lo físico. Problemas respiratorios y alergias habían lastrado su sueño y su capacidad competitiva en etapas tempranas de su carrera. Con los cambios alimentarios y un enfoque más amplio en la salud, su respiración mejoró, su recuperación nocturna fue más eficaz y su rendimiento en pista ganó consistencia. Ese progreso creó un círculo virtuoso: mejor respiración lleva a mejor juego, más energía y, por tanto, mejor recuperación y sueño.

La dimensión emocional, asimismo, ocupa un lugar central en su filosofía. Djokovic enfatiza que conocerse a sí mismo y cuidar las relaciones personales tiene un impacto directo en el rendimiento profesional. Ha trabajado la atención plena como herramienta para reducir el estrés y mantener claridad mental en los momentos decisivos.

No obstante, el multicampeón afirma que no busca imponer reglas rígidas; invita a cada uno a descubrir lo que le funciona. Su mensaje es optimista y práctico: la longevidad no es casualidad, es el resultado de decisiones conscientes y coherentes que integran alimentación, descanso, gestión emocional y adaptaciones personales. Así, sigue jugando, ganando y mostrando a generaciones emergentes que el tiempo puede ser aliado cuando se cuida cada detalle.