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Este jueves se celebró la Navidad, en medio de la pandemia por coronavirus.

Este jueves se celebró la Navidad, en medio de la pandemia por coronavirus, con restricciones más o menos estrictas, dependiendo del país, y con la mayoría de las personas en confinamiento. Este año, millones de personas se vieron obligadas a cancelar sus planes o limitar sus festejos debido a las medidas impuestas en numerosos países para evitar un aumento en el número de contagios.


Hasta la fecha, se han registrado 1,7 millones de fallecimientos alrededor del mundo a causa de este virus, que mantuvo en confinamiento a gran parte del mundo por casi un año; sin embargo, los focos de contagios siguen surgiendo y las autoridades han asegurado que, aun con la existencia de la vacuna, la vida no volverá rápidamente a la normalidad.

Por su parte, el papa Francisco celebró su tradicional misa de víspera de Navidad, con solo 200 invitados, separados y con mascarillas, en la enorme basílica de San Pedro. El horario fue adelantado por dos horas, de tal forma que los asistentes pudiesen cumplir con el toque de queda establecido en Italia.

“El tiempo que tenemos no es para autocompadecernos, sino para consolar las lágrimas de los que sufren”, mencionó el papa durante la homilía, que fue dirigida a más de 1.000 feligreses alrededor del mundo.

Al mismo tiempo, agregó: “Hablamos mucho, pero a menudo somos analfabetos de bondad. Insaciables de poseer, nos lanzamos a tantos pesebres de vanidad, olvidando el pesebre de Belén”.

Mientras tanto, la monumental Plaza de San Pedro se encontraba desierta. En la Basílica de la Natividad de Belén, considero el núcleo del mundo cristiano en Nochebuena, un grupo de fieles y clérigos celebraron la misa del Gallo a medianoche, como una forma de buscar “luz” en un año que han denominado como de “tinieblas”.

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En la capilla que se encuentra junto a la basílica, que normalmente se encontraba atestada para estas fechas, las autoridades limitaron el ingreso de los católicos para solo unos pocos invitados.

Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, instó a los fieles a desearse la paz, pero sin darse la mano.

“Este año es diferente porque no venimos para rezar en la iglesia de la Natividad, no podemos reunirnos en familia, todo el mundo tiene miedo”, declaró Jani Shaheen, una asistente a la procesión de Navidad que se celebra en las calles, quien participó del recorrido con su marido y sus dos hijos, en la plaza de la Mangeoire.

No obstante, no todo ha sido negativo. A través de un mensaje grabado, Donald Trump elogió el inicio de la campaña de vacunación que ya ha permitido de la administración de la primera dosis a un millón de estadounidenses. Un evento que comenzará a replicarse progresivamente en gran parte del mundo.