
Una ola de protestas lideradas por jóvenes está sacudiendo diversas regiones de África, desde el Océano Índico hasta el norte del continente. Miembros de la llamada Generación Z, menores de 28 años, han salido a las calles para manifestar su descontento ante años de mala gestión gubernamental, corrupción y deterioro de los servicios públicos.
En Madagascar, las manifestaciones por la escasez de agua y electricidad provocaron la disolución del gobierno por parte del presidente Andry Rajoelina, quien asumió el cargo inicialmente tras un golpe de Estado en 2009 y posteriormente fue elegido en 2018 y 2023. Sin embargo, las protestas continúan, con exigencias de renuncia directa al mandatario. La represión policial ha sido severa, y según datos de Naciones Unidas, al menos 22 personas han perdido la vida durante los enfrentamientos. Los manifestantes denuncian el uso excesivo de la fuerza, incluyendo gases lacrimógenos y munición real.
Las movilizaciones en Madagascar han sido organizadas principalmente a través de redes sociales, especialmente Facebook, y han adoptado como símbolo una calavera con sombrero de paja inspirada en el anime japonés *One Piece*, que representa la lucha contra gobiernos autoritarios. Este emblema también ha sido utilizado en protestas juveniles en Asia, como las que llevaron a la caída del gobierno en Nepal, donde la indignación se centró en el estilo de vida ostentoso de los hijos de políticos.
El fenómeno no se limita a Madagascar. En Kenia, miles de jóvenes han protagonizado protestas desde el año pasado contra un proyecto de ley fiscal impopular. Las manifestaciones alcanzaron su punto más crítico cuando los manifestantes irrumpieron en el Parlamento de Nairobi, provocando daños y enfrentamientos que dejaron decenas de muertos. Aunque el gobierno ha ofrecido algunas concesiones, las protestas continúan, organizadas principalmente en plataformas digitales.
Asimismo, en África Occidental, Togo vivió en junio una movilización masiva contra lo que se percibe como un intento presidencial de modificar la constitución para perpetuarse en el poder. Mientras tanto, en el norte del continente, Marruecos ha sido escenario esta semana de las mayores protestas juveniles en años. En más de diez ciudades, los jóvenes han exigido reformas en salud y educación, criticando el gasto público en estadios de cara al Mundial de Fútbol de 2030. Las jornadas han sido especialmente tensas, con episodios de violencia registrados el miércoles por la noche.
Este patrón de movilización juvenil, que también se ha visto en países asiáticos como Filipinas e Indonesia, y en Europa, como en Serbia, refleja una creciente frustración generacional ante la desigualdad, la corrupción y la falta de oportunidades. La juventud africana, conectada globalmente y organizada digitalmente, está emergiendo como una fuerza política que exige cambios estructurales profundos.
