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Hasta el momento, la mayor parte de los 300.000 efectivos de las fuerzas especiales afganas se encuentran combatiendo en el sur.

Diversos especialistas militares han mencionado como una posibilidad real que la capital de Afganistán, Kabul, pueda caer bajo control del movimiento talibán en los próximos 90 días. Todo esto se da en el contexto de la retirada de las tropas estadounidenses ordenada por el presidente Joe Biden hace algunas semanas.

De acuerdo con reportes de medios locales, el movimiento insurgente tomó este miércoles otras tres capitales provinciales (con lo cual suma nueve en apenas una semana) y varios cuarteles del ejército, gracias a lo cual ya ha extendido su influencia a aproximadamente dos tercios de la nación asiática.

Esto ha despertado las alarmas, tanto de las autoridades afganas, como de la comunidad internacional, ya que el temor de una guerra civil que podría expandirse por toda la región es ahora casi un hecho.

Según varios análisis de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA) que datan de hace aproximadamente un mes, Kabul podría verse asediada, en el peor de los casos, en un período de seis meses a partir de la retirada. Empero, debido a los últimos acontecimientos, este lapso de tiempo ha sido reducido a la mitad.

Hasta el momento, la mayor parte de los 300.000 efectivos de las fuerzas especiales afganas se encuentran combatiendo en el sur, especialmente en la provincia de Kandahar, donde los talibanes intentan hacerse fuertes. No obstante, ante el inminente peligro en el que se encuentra Kabul, es de esperarse que en los próximos días el grueso de las tropas se mueva hacia los alrededores de la ciudad para protegerla.

A pesar de la retirada ordenada por la Casa Blanca, el ejército estadounidense continuará realizando operaciones de apoyo aéreo hasta el 31 de agosto, pero todos los vuelos despegan desde bases en Catar y en Emiratos Árabes Unidos, en un viaje de aproximadamente ocho horas. Esto, naturalmente, reduce la capacidad operativa y la efectividad de los ataques. Asimismo, existe el temor de generar bajas civiles innecesarias al concentrar los bombardeos en áreas densamente pobladas.

Entretanto, el presidente afgano, Ashraf Ghani, ha achacado el rápido deterioro de la seguridad nacional de su país a la “repentina e inesperada” evacuación de los efectivos norteamericanos. Sin embargo, su homólogo Joe Biden ha defendido la decisión tomada asegurando que los Estados Unidos “han gastado más de un billón de dólares en los últimos 20 años” y han, asimismo, “entrenado y equipado a más de 300.000 tropas afganas”.

“Tienen que ser capaces de pelear por sí mismos”, sentenció el mandatario estadounidense.