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Investigadores de la Universidad de Boston han logrado crear una versión híbrida del virus COVID-19.

Investigadores de la Universidad de Boston han logrado crear una versión híbrida del virus COVID-19, lo cual está causando revuelo en la comunidad científica por sus posibles implicaciones, tanto en el ámbito sanitario como administrativo. El trabajo aparentemente era desconocido para una de las principales fuentes de financiación de la investigación y, a su vez, ha creado alarma debido a reportes que alegan el virus se trataría de una versión más letal del COVID-19.

El primer boceto de la investigación se publicó en línea el pasado viernes. Sin embargo, el escrito aún no ha sido revisado por pares.

En un principio, el trabajo llevado a cabo en los Laboratorios Nacionales de Enfermedades Infecciosas Emergentes de la Universidad de Boston, giraría en torno a la creación de un virus híbrido. Los científicos tomaron la proteína espiga de una muestra de la variante Omicron del COVID-19 y la unieron a otra muestra de la cepa original que se propagó por todo el mundo en 2020. El objetivo, según los científicos, consistía en estudiar por qué Omicron tiene una tasa más baja de infecciones graves.

Luego, el nuevo virus fue comparado con muestras de Omicron de origen natural, con el fin de determinar si las mutaciones en la proteína de pico de Omicron eran las que causaban los niveles más bajos de gravedad y una mayor capacidad de evasión de la inmunidad.

No obstante, y de manera sorprendente, el virus híbrido recién creado acabó con la vida de al menos 80 % de los ratones de laboratorio infectados con él, lo que lo haría mucho más letal que las variantes naturales de Omicron.

Al final, los investigadores concluyeron que las mutaciones de la proteína pico de Omicron incrementan la posibilidad de evadir la inmunidad, pero no son la causa de la disminución de la gravedad de Omicron.

Entretanto, esta investigación no ha creado un impasse entre sus creadores y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID, por sus siglas en inglés), ente que financiaba el proyecto. Según una alta funcionaria del NIAID, las solicitudes de subvención originales realizadas por el equipo de la Universidad de Boston no mencionaban este trabajo específico, ni aclararon que sus experimentos podrían involucrar la manipulación de un patógeno con potencial pandémico.

La política P3CO del NIAID dicta que cualquier propuesta para realizar investigaciones que podrían producir patógenos mejorados con potencial pandémico debe remitirse a un comité especializado que luego analiza los riesgos y beneficios de realizar dicho trabajo.