Foto: Unsplash

Científicos de la Universidad de Yale han descubierto que la descomposición de los tejidos después de la muerte puede detenerse.

Científicos de la Universidad de Yale han descubierto en una serie de experimentos recientes en cerdos que la descomposición de los tejidos después de la muerte puede detenerse y la restauración celular es posible. Este hecho marca un precedente que podría ser crucial para aumentar la cantidad de órganos humanos trasplantables.

Sesenta minutos después de cesar la función cardíaca de los cerdos bajo anestesia profunda, los investigadores de Yale lograron reiniciar la circulación utilizando una máquina diseñada para tal propósito que bombeaba un fluido sintético que contenía oxígeno y otros elementos vitales para la función celular.

Seis horas después, el tratamiento llamado OrganEx había reducido o corregido parte del daño, como la inflamación de los órganos y el colapso de los vasos sanguíneos, que es una consecuencia común de la detención del flujo sanguíneo como consecuencia de un paro cardíaco.

Según Zvonimir Vrsejla, miembro del equipo encargado de los experimentos, cuando el corazón deja de funcionar el cuerpo “no está tan muerto como pensábamos”. “Nuestra investigación demuestra que podemos ‘convencer’ a las células para que no mueran”, agregó.

Los resultados del análisis genético de los tejidos arrojaron que los procesos de reparación molecular y celular iniciaron nuevamente al momento de restablecerse la circulación, según el informe publicado por los científicos en la revista Nature.

En comparación con los métodos tradicionales para restaurar la circulación, OrganEx logró “preservar la integridad del tejido, disminuir la muerte celular y restaurar procesos moleculares y celulares en diversos órganos vitales”, aseguran los investigadores.

Asimismo, aseguraron que durante todo el experimento, los cerdos no mostraron señales de actividad eléctrica en el cerebro.

Existe la esperanza de que iniciativas como OrganEx permitan un mejor aprovechamiento de los órganos provenientes de donantes con afectación cerebral grave o irreversible, ya que evita el daño causado por el cese de circulación sanguínea. Hoy en día, estos órganos registran un rendimiento más bajo que aquellos que son extraídos de donantes con soporte vital.

No obstante, los expertos aún muestran cierta cautela ante estos resultados. De acuerdo con Stephen Latham, del Centro Interdisciplinario de Bioética de Yale, aunque los experimentos han sido alentadores, todavía “no implica que algún órgano haya sido restaurado hasta un nivel completamente funcional”.

“Para hacer eso, se necesitaría mucha más experimentación”, afirmó. “Y tendríamos que evaluar el grado de restauración necesario para un ser humano”.

El uso de OrganEx, al menos en un lapso de tiempo prudencial, sería en lo referente al trasplante de órganos. Para Latham, utilizar esta tecnología como terapia médica “todavía está muy lejos”.