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Las personas que padecen asma tienen un mayor riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

De acuerdo con un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin y publicado en el Journal of the American Heart Association, las personas que padecen asma tienen un mayor riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

La publicación asegura que los asmáticos tienen hasta el doble de probabilidades de generar un exceso de acumulación de placa en las arterias que llevan sangre al cerebro en comparación con las personas que no son asmáticas.

Las obstrucciones en las arterias carótidas representan un importante factor de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y son responsables de tres cuartas partes de los accidentes cerebrovasculares isquémicos.

Según los científicos, el asma favorece la acumulación de placa debido a los niveles más altos de inflamación propios de este padecimiento, lo que aumenta el riesgo de daño a los vasos sanguíneos.

Los investigadores analizaron a un grupo de alrededor de 5000 adultos con una edad promedio de 61 años que estaban en riesgo de enfermedad cardíaca, a quienes se les realizó una ecografía en las arterias carótidas, que transportan sangre desde el corazón hasta la cabeza y el cuello.

Los participantes se dividieron en tres grupos: personas con asma persistente, que son aquellas que precisan de una medicación diaria; personas con asma intermitente, que solo presentan episodios temporales, y personas sin asma.

Dos tercios de los participantes con asma más grave tenían placa en las arterias carótidas, en comparación con la mitad observada en el grupo con asma moderada y aquellos no asmáticos.

Después de desagregar las muestras por edad, sexo, raza, peso, otras condiciones de salud, uso de medicamentos recetados y tabaquismo, los investigadores pudieron observar que los participantes con asma persistente tenían casi el doble de probabilidades de tener placa en las arterias carótidas que los que no tenían asma.

Con base en estos resultados, los científicos llegaron a la conclusión de que las personas con asma persistente tenían más riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares.

El asma es una condición relativamente común, pero que hasta el momento no tiene cura, que afecta los pequeños conductos dentro de los pulmones. Cuando el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada a una sustancia, como el polvo, el polen o las esporas del moho, las vías respiratorias se inflaman, lo que restringe el paso del aire entre ellas y dificulta la respiración.

Los enfermos graves pueden controlar la afección mediante el consumo de medicamentos regulares o usando un inhalador para aliviar los síntomas.