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Esta semana se puso en marcha finalmente la construcción del Square Kilometer Array o SKA.

Después de tres décadas de planificación e intensas negociaciones, esta semana se puso en marcha finalmente la construcción del Square Kilometer Array o SKA, un observatorio de radioastronomía que, por sus dimensiones, será el más grande del mundo. El instrumento, que se construirá grandes extensiones de terreno de Australia y Sudáfrica, recogerá las señales de radio emitidas por los objetos celestes con el propósito de dar solución a algunos de los problemas más enigmáticos de la astronomía, como la naturaleza de la materia oscura o la formación de galaxias.

El lunes, los astrónomos y miembros de comunidades locales del norte de Sudáfrica y de Australia Occidental se presentaron en el sitio de construcción para celebrar el hito con funcionarios del Observatorio SKA, la organización intergubernamental a cargo del proyecto.

“Básicamente, estamos sentando las bases de este instrumento con miras a los próximos 50 años”, afirmó Lindsay Magnus, directora de las operaciones en Sudáfrica. “Eso es lo verdaderamente relevante: este es un legado a largo plazo”, agregó.

El SKA se construirá por etapas, y se espera que la primera fase, que tiene un costo aproximado de 1.300 millones de euros (unos 1.400 millones de dólares estadounidenses) se complete para el año 2028. Asimismo, se han destinado otros 700 millones de euros (735 millones de dólares estadounidenses) para los costos de operación de los instrumentos durante la próxima década. El objetivo final es instalar miles de antenas receptoras en Sudáfrica y países africanos que deseen participar en el proyecto, y un millón de antenas en Australia. Cabe destacar que esta primera fase solo representa aproximadamente una décima parte del proyecto total planificado.

El sistema australiano comprenderá unas 131.000 antenas, cada una de las cuales tendrá una altura aproximada de dos metros. La distribución final será de alrededor de 500 conjuntos, cada uno de los cuales contendrá 256 antenas.

A principios de este mes, la tribu de los Wajarri Yamaji, propietarios ancestrales del lugar de construcción, y el gobierno australiano registraron un acuerdo de uso de la tierra que permitiría construir el telescopio en dicho territorio. Los pobladores locales velarán por la preservación del patrimonio histórico y acompañarán a los funcionarios de SKAO antes de cualquier alteración del suelo durante la construcción.

Los científicos, por su parte, esperan ansiosamente el momento en que el sistema comience a arrojar sus primeros datos. “La sensibilidad de SKA nos permitirá observar el universo profundo mucho más detalladamente de lo que hemos podido hacerlo hasta ahora”, explica Douglas Bock, miembro de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth (CSIRO, por sus siglas en inglés) basada en Sydney, Australia. “Esto nos emociona mucho porque la información que tenemos de los primeros mil millones de años del Universo es muy escasa”, añade.