Toshiba
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El gigante tecnológico japonés Toshiba fue excluido este miércoles de la Bolsa de Valores de Tokio por primera vez en sus más 150 años de historia y 74 como empresa pública, algo que, según miembros de su antigua directiva, es una señal de “lo que funciona y lo que no funciona en el mundo de los negocios en Japón”.

Esta salida de los mercados se produjo luego de la adquisición de la empresa por parte del grupo inversionista privado Japan Industrial Partners, que desembolsó 2 billones de yenes (unos 14.000 millones de dólares), convirtiéndose en la mayor compra realizada por inversionistas privados en la historia del país asiático.

Con este acuerdo se puso fin a un turbulento período de ocho años en el cual Toshiba estuvo envuelta fraudes contables, crisis financieras, liquidaciones de activos y pugnas entre su directiva y los accionistas.

“Llegué a la conclusión de que, al final, muchos de los problemas gerenciales de Toshiba simplemente eran imposibles de solucionar”, expresó uno de los miembros de la junta directiva saliente, algunos de los cuales todavía tienen prohibido hablar en público sobre el tema.

“Toshiba era una especie de empresa estatal, nunca tuvo la intención de centrarse en los intereses de los accionistas”, agregó.

Expertos financieros concuerdan con estas afirmaciones, alegando que el traspaso de la compañía a manos privadas probablemente era el único camino seguro para alcanzar una reestructuración completa y lograr un uso más eficiente del capital disponible.

Toshiba, por su parte, publicó un comunicado en el que no se mencionan mayores detalles acerca de la transacción, limitándose solo a comentar que estaba dando “un gran paso hacia un nuevo futuro con nuevos accionistas” y que centraría sus esfuerzos en “mejorar aún más nuestro valor corporativo y nuestra contribución a la sociedad”.

Otro ex integrante de la junta directiva vaticinó que, al no tener las restricciones propias de una empresa pública, es posible que Toshiba finalmente termine dividiéndose en varias empresas más pequeñas, algo que ya había sido propuesto en 2021 pero que fue rechazado por los accionistas en medio de una tensa atmósfera de desconfianza.

“Espero que lo sucedido con Toshiba sirva como un punto de partida para una nueva era en la que que el valor de los accionistas sea más apreciado, y en la que los directores independientes de otras juntas directivas comiencen a ejercer su poder con más rigor que en el pasado”, expresó uno de los ex directivos.