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Arabia Saudita anunció este martes una nueva extensión de su recorte de producción de petróleo de 1 millón de barriles diarios hasta finales de año, por lo cual su capacidad extractora se ubicaría en alrededor de 9 millones de barriles por día durante los próximos tres meses, cifra que será revisada periódicamente por las autoridades nacionales.

Riad decidió disminuir su producción en 1 millón de barriles diarios por primera vez en julio, y desde entonces ha ratificado esta medida mensualmente. Este recorte se suma a los 1.66 millones de barriles que otros miembros de la OPEP han reducido voluntariamente hasta finales de 2024.

Rusia, otro de los mayores productores de hidrocarburos del mundo, también se comprometió a aplicar un recorte voluntario de 500.000 barriles por día en agosto y en 300.000 barriles en septiembre. El viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, aseguró esta semana que esta última disminución de 300.000 barriles diarios regirá hasta diciembre de 2023.

Cabe destacar que, para la economía de Arabia Saudita, los recortes representan una decisión arriesgada: por un lado, generan importantes pérdidas para un país altamente dependiente de la exploración petrolera, pero también podrían compensar parcialmente dichas pérdidas con los esperados aumentos en los precios de venta del llamado “oro negro” y sus derivados.

En este sentido, la nación asiática utiliza los ingresos del petróleo para financiar varios megaproyectos de infraestructura que apuntan a la diversificación de su economía, los cuales, no obstante, podrían verse afectados por las fluctuaciones del mercado. En el segundo trimestre del año, el PIB saudí apenas se expandió un 1.1%, bastante por debajo del 11.2% del mismo período de 2022.

Después estancarse por debajo de los 75 dólares por barril a lo largo de la primera mitad de 2023, los precios mundiales del petróleo se dispararon más de 10 dólares por barril durante los últimos días del verano boreal, principalmente a causa de la inestabilidad política en Gabón, miembro de la OPEP, y de los destrozos causados por el paso del huracán Idalia por el Golfo de México.

La Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés) ha vaticinado una mayor escasez de suministro en la segunda mitad de 2023 a medida que se recupere el consumo en China, el mayor importador de energía del mundo.

También se ha mencionado la posibilidad de facilitar acceso a los mercados a Rusia e Irán, países duramente sancionados por las potencias occidentales, pero que producen crudo de calidad similar al de Arabia Saudita y que, debido a estas sanciones, han dirigido principalmente sus exportaciones a China a precios muy bajos.