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Da Silva obtuvo la mayor cantidad de votos en las elecciones presidenciales que tuvieron lugar este domingo, pero no los suficientes como para evitar una segunda vuelta contra su rival.

El expresidente de Brasil, Luiz Inácio “Lula” Da Silva, del izquierdista Partido de los Trabajadores, obtuvo la mayor cantidad de votos en las elecciones presidenciales que tuvieron lugar este domingo, pero no los suficientes como para evitar una segunda vuelta contra su rival de extrema derecha, el actual mandatario Jair Bolsonaro.

Con el 97% de los votos escrutados, Da Silva había logrado acumular un 47.9%, contra un 43.6% de Bolsonaro. Dado que ninguno de los candidatos recibió al menos un 50% de los votos válidos, que no incluyen los votos nulos o en blanco, ambos políticos se enfrentarán en una segunda vuelta programada para el próximo 30 de octubre.

Los comicios, que hoy parecen más polarizados que nunca, determinarán si el país elige a un izquierdista a la cabeza de la cuarta democracia más grande del mundo, o si por el contrario mantiene a un representante de la extrema derecha en la presidencia por otros cuatro años.

Las encuestas de opinión recientes le habían dado a “Lula” una ventaja importante: por ejemplo, la encuestadora Datafolha arrojaba una diferencia abismal de 50% a 36% a favor del líder izquierda. No obstante, a medida que avanzaba el recuento de votos, la elección se fue tornando más y más reñida.

La administración de Bolsonaro se ha caracterizado por un su discurso polémico, y ha recibido fuertes críticas en los últimos años por su manejo de la pandemia de COVID-19 y las mayores tasas de deforestación en la selva amazónica en los últimos 15 años.

A pesar de esto, el capitán retirado del ejército brasileño ha sido capaz de construir una base devota de defensores de los valores conservadores, presentándose a sí mismo como un protector de su nación contra las políticas izquierdistas que, según él, infringen las libertades personales y producen caos económico.

Por su parte, “Lula” Da Silva, de 76 años, surgió de los movimientos sindicalistas de Sao Paulo y se le atribuye la construcción de un extenso programa de bienestar social durante su mandato de 2003-2010 que ayudó a llevar a decenas de millones de personas de la pobreza extrema a la clase media.

Sin embargo, su administración también estuvo manchada por escándalos de corrupción que involucraron a políticos y ejecutivos de empresas. Esto conllevó a que tuviera que pasar 19 meses en prisión, lo que lo dejó fuera de la carrera presidencial de 2018 que, según diversos analistas, podría haber ganado contra Bolsonaro.

Los vínculos de Bolsonaro con las fuerzas armadas actualmente causan inquietud en la sociedad brasileña, debido a la posibilidad de que el líder derechista rechace los resultados electorales y que esta postura sea respaldada por los altos mandos militares.

Después de votar el domingo por la mañana, Bolsonaro dijo a los periodistas que “las elecciones limpias deben ser respetadas”. Pero, cuando se le preguntó si respetaría los resultados, se abstuvo de contestar.