
El Departamento de Estado de Estados Unidos indicó recientemente que está llevando a cabo una reestructuración significativa que incluye la creación de una nueva “Oficina de Repatriación”. Este cambio tiene por objetivo ajustar el aparato diplomático estadounidense a las políticas inmigración de la administración Trump, que han sido marcadas por estrictas restricciones a los migrantes.
Se prevé que la nueva oficina ocupe el lugar de la actual Oficina de Población, Refugiados y Migración (PRM, por sus siglas en inglés), que históricamente se ha encargado de gestionar y facilitar el ingreso de migrantes a Estados Unidos. En su lugar, la Oficina de Repatriación se enfocará en “devolver a los inmigrantes indocumentados a su país de origen o estatus legal”, coordinando acciones con el Departamento de Seguridad Nacional y otras agencias para facilitar las deportaciones.
Este cambio en la estructura del Departamento de Estado es parte de un esfuerzo más amplio, liderado por el secretario Marco Rubio, para hacer que el departamento sea “más efectivo en la promoción de los intereses de Estados Unidos y salvaguardar la integridad de los estadounidenses alrededor del mundo”.
El plan incluye la eliminación o consolidación de más de 300 oficinas y agencias dentro del Departamento, lo que resultará en despidos de aproximadamente 3.400 empleados. Sin embargo, se ha aclarado que estos despidos no afectarán a los empleados de asuntos consulares ni a los de seguridad.
Además de esta nueva iniciativa, el gobierno de Trump también ha tomado medidas recientes en relación con la inmigración, incluyendo la suspensión de la programación de citas para visas de estudiantes en embajadas estadounidenses. Esto se relaciona con un esfuerzo por aumentar la verificación de antecedentes de los solicitantes, que incluiría pasos como la revisión exhaustiva de sus redes sociales. A su vez, la Corte Suprema ha respaldado la decisión de revocar el estatus legal de más de 500.000 migrantes de países como Cuba, Haití y Venezuela, reforzando así la política de deportación de la Casa Blanca.
La creación de la Oficina de Repatriación ha recibido el apoyo de figuras como Stephen Miller, un asesor clave de la administración, conocido por su férrea postura contra los programas de inmigración.
Para algunos, este concepto de “repatriación” resulta preocupante, ya que ha ganado popularidad entre los movimientos ultraderechistas en países como Alemania, que han adoptado estrategias similares para promover la deportación de migrantes.
La Oficina de Población, Refugiados y Migración ha sido desde hace años objeto de críticas por parte de sectores conservadores por su papel en el reasentamiento de inmigrantes en territorio estadounidense, por lo que el Departamento de Estado busca dar un giro radical a su enfoque para adaptarla a las prioridades de la actual administración republicana.