
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió a propios y extraños al extender una invitación al presidente chino, Xi Jinping, para asistir a su ceremonia de toma de posesión programada para el próximo 20 de enero. Esta propuesta, que también podría extenderse a otros líderes mundiales, rompe con la tradición histórica que establece que los jefes de estado extranjeros no suelen asistir a las ceremonias de este tipo en Estados Unidos.
De esta forma, Trump parece poner de manifiesto un nuevo enfoque en su política exterior, considerando que China se ha convertido en los últimos años en uno de los principales adversarios globales de Estados Unidos.
No obstante, durante su campaña, Trump amenazó con imponer aranceles de hasta el 60% a productos chinos si el país no toma medidas efectivas para frenar la entrada de fentanilo y otras drogas en el territorio estadounidense.
El político republicano anunció su iniciativa tras una apertura simbólica de la Bolsa de Valores de Nueva York y reconoció que imponer aranceles al país asiático podría implicar ciertos riesgos. En este sentido, a pesar de las críticas, expresó su deseo de mantener un diálogo abierto con China, destacando su relación con Xi y la importancia de las conversaciones bilaterales.
La secretaria de prensa entrante de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, defendió la invitación como un paso hacia la creación de un diálogo constructivo incluso con aquellos países que son considerados adversarios. Durante su primera presidencia, Trump recibió a Xi en su residencia de Mar-a-Lago y resaltó su admiración por el liderazgo del presidente chino, a pesar de las tensiones entre ambos países.
Sin embargo, analistas han descrito esta invitación como “sorprendentemente arrogante” desde la perspectiva de los valores estadounidenses. Asimismo, fuentes cercanas al gobierno chino han indicado que es probable que Xi rechace la invitación, y que la representación china en la ceremonia podría limitarse al embajador en Washington. Asistir a la toma de posesión podría colocarlo en una posición de subordinación frente a Trump, un escenario que podría ser problemático para su imagen en el delicado contexto del liderazgo de China.
Los expertos sugieren que la invitación de Trump podría ser interpretada como un intento de establecer su posición en la arena internacional, incluso si es rechazada. Este movimiento es un reflejo de su estilo de política exterior, caracterizado por gestos audaces y un enfoque impredecible. Además, se especula que otros líderes, como el primer ministro húngaro Viktor Orbán y la primera ministra italiana Giorgia Meloni, también podrían recibir invitaciones, lo que indicaría una posible orientación futura de su política exterior.