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El partido Colorado ganó, marcando una continuidad política muy rara en América Latina.

El partido Colorado, que durante más de siete décadas ha detentado el poder en Paraguay, obtuvo este domingo una nueva victoria en las elecciones presidenciales y legislativas, marcando así una continuidad política muy poco común en América Latina.

Santiago Peña, exministro de Hacienda de 44 años, aprovechó la división de la oposición para coronarse como el ganador de la presidencia con el 42.7% de los votos. En su primer discurso como presidente electo, mencionó que su principal meta es impulsar el crecimiento del país latinoamericano, comprometiéndose a trabajar para revertir el daño causado por “los últimos años de estancamiento económico y déficit fiscal”.

Un punto no menos importante en el debate político previo a los comicios fue el de la futura relación entre Paraguay y Taiwán. La nación sudamericana es uno de los aliados más importantes de Taiwán y su presidenta, Tsai Ing-wen, no tardó en felicitar a Peña por la victoria. Cabe destacar que el principal retador de la oposición, Efraín Alegre, se había comprometido a revisar la relación de Paraguay con el país asiático, citando las desventajas de privar a las industrias de la soya y la carne del acceso al enorme mercado chino.

La legislación paraguaya no contempla una segunda vuelta, por lo que el resultado del domingo le otorgó a Peña la victoria absoluta. El Partido Colorado, de ideología conservadora y uno de los movimientos políticos más antiguos de América Latina, también obtuvo la mayoría en ambas cámaras del Congreso y ganó 15 de 17 gobernaciones.

No obstante, el electorado paraguayo parece haber hecho caso omiso a los estrechos vínculos de Peña con el expresidente Horacio Cartes, un hombre de negocios sancionado por Estados Unidos por presunta “corrupción significativa” y supuestos vínculos con el grupo extremista libanés Hezbolá.

Cartes se había convertido en uno de los partidarios de la campaña de Peña, lo que generó polémica dentro de su partido y hasta una ruptura con el actual presidente Mario Abdo Benítez, quien no dudó en atacar la relación entre ambos políticos.

Entre las principales tareas de Peña se cuentan la reducción del déficit fiscal y la renegociación de un tratado bilateral con Brasil sobre la producción de electricidad de la represa hidroeléctrica de Itaipú, que es compartida entre las dos naciones.

La corrupción también sigue siendo una gran preocupación, con el fortalecimiento del contrabando a través de la frontera con Brasil y el crecimiento del tráfico de drogas. Según el último informe de la organización Transparencia Internacional sobre corrupción, Paraguay ocupó el puesto 137 de 180, junto con Malí y Rusia.